¿Trump prefiere votos o deportaciones?
Donald Trump enfrenta una decisión que definirá no solo su presidencia sino el futuro del Partido Republicano. Stephen Miller, su arquitecto de política migratoria, hasta ahora la ha tomado por él.
Los resultados de las elecciones del martes 4 fueron el primer termómetro real de la aprobación de la administración y del Partido Republicano desde las elecciones generales, y el resultado es alarmante para ellos. Abigail Spanberger ganó Virginia por 14 puntos; Trump la había perdido por apenas 5.7. Mikie Sherrill tomó Nueva Jersey por 13; Trump perdió ahí por 5.9. En Passaic County, condado que es mitad latino y donde Trump había ganado por primera vez para un republicano desde 1992, Sherrill arrasó por 15 puntos. Los demócratas capturaron dos tercios del voto latino en Nueva Jersey. Todo el trabajo republicano con los latinos desde 2020, borrado en 12 meses.
Los republicanos tienen un problema político. Uno de cada cinco votantes son inmigrantes de primera o segunda generación. Existe una coalición republicana que incluye a muchos latinos y ciudadanos naturalizados que votaron por Trump en 2024, buscando orden fronterizo y deportación de criminales. Y existe otra coalición, imposible de ponerle un número concreto, pero definitivamente muy ruidosa en las redes sociales: anti-inmigrantes (sin matices), supremacistas blancos y racistas.
No se pueden tener ambas. Cuando ciudadanos americanos latinos salen con pasaporte en mano por miedo a ser confundidos con indocumentados y detenidos por días sin posibilidad de defenderse, cuando se habla abiertamente de “revisar” naturalizaciones y removerlas, o se amenaza al alcalde electo de NYC, Zohran Mamdani, con “revisar su ciudadanía” y hasta deportarlo, se está eligiendo la segunda coalición. Y se está perdiendo la primera.

El presidente Trump no es ideológico, es político, y no sería la primera vez que saca a alguien de su esfera de influencia por afectar su popularidad. Ha sido vocal sobre el extremismo de Miller, aunque en un contexto de humor negro. Por otra parte, el presidente ha comentado en varias ocasiones darle salvoconducto a inmigrantes indocumentados en ciertas industrias o bajo ciertas circunstancias, aunque sin mucha persistencia. Actualmente, Miller se percibe como la persona más poderosa dentro de la Casa Blanca, al menos en política interior.
Los otros dos poderosos (y futuro) de la administración, JD Vance y Marco Rubio, representan, de maneras diferentes, los puentes perfectos para recuperar la coalición inmigrante. Rubio hablando español y JD Vance con su familia multicultural. Cualquier gesto que hagan se notará vacío si Miller no cambia su política agresiva de deportación y comunicación cruel.
La palabra clave la dijo la congresista María Elvira Salazar en su post: Dignidad. El Partido Republicano debe elegir: la coalición que los votó o la ideología liderada por Stephen Miller. Los republicanos pueden tener deportaciones masivas con comunicación cruel o un porcentaje clave de votos latinos. No ambos.



